Imágenes recibidas : Friday, 16 July

16 de julio (caída del sol)

Salvadas las diferencias respecto de las bolas de vidrio con nieve, mi hermana y yo estamos sentados el uno junto al otro en la alfombra de la sala, comiendo papas fritas y mirando los dibujitos de Archie en la televisión. Torombolo es mi ídolo indiscutido. Muy pocos recordarán que, en una época, incluso llegó a tener su comic particular, en donde aparecía convertido en una especie de detective del siglo XXIX capaz de viajar en el espacio y en el tiempo a fin de defender el universo. En este episodio de la versión televisiva, Archie y Torombolo visitan un negocio de luncheras de colección. De pronto, mi hermana y yo escuchamos unos ruidos que provienen del ascensor, luego del pasillo, y luego, un conocido ruido de llaves. Nos volteamos extrañados y vemos entrar en la casa a dos personas que serían muy parecidas a papá y mamá, si no fuera por el bronceado y la exótica indumentaria. Estas personas comienzan a apilar bolsas y valijas, unas sobre otras junto a la puerta. ¡Caramba! ¡Nos habíamos olvidado por completo que hoy llegaban nuestros padres de su viaje y que, además, debíamos ir a recogerlos al aeropuerto!

16 de julio (madrugada)

Estoy en mi cuarto escuchando el último CD de Mantra's Chaos, quienes trabajan con una mezcla de ruidismo electrónico y analógico. Se trata de una pieza definitivamente visceral e implacable, compuesta sin duda bajo la consigna de la intensidad y el disturbio entendido como ley suprema. Una progresión atmosférica hecha de chirridos sinuosos e intermitentes llena el espacio con su ambigüedad sonora, sus frecuencias extremas y sus perforantes metrallas, logrando una distorsión tal que elastiza los tímpanos. Podría muy bien sostenerse, como lo hacen muchos, que con Mantra's Chaos estamos frente a una experimentación primitiva de escasos matices pero, en todo caso, nadie puede poner en duda su implacable contundencia.